Buenas tardes spots. Voy a tratar de ser lo menos complejo y más preciso posible en esclarecer la cuestión que hoy nos comp(rom)ete. Pero hay que aclarar, primordialmente que es imposible divisar perféctamente hechos o cuestiones que merecen ser emprendidas en un sentido mucho más pragmático que, como lo hacemos por este medio, la escritura. Me refiero a que, como decíamos anteriormente en algún otro capitulo de la vida (que nos pintaron) ¿cómo puede un signo dar cuenta de otro signo? ¿cómo puede, algo que representa a otra cosa enmarcar a otra cosa, que a su vez, tal vez represente a otra cosa (y el tal vez como para darle un crédito parcial a la cuestión, pero sabemos que eso es una farsa)? Y aun así no soy lo suficiéntemente claro (cuando menos a mi gusto), entonces ¿cómo puedo representar o explicar con palabras (o alego signos, si se quiere) sucesos o situaciones espirituales?
Un (tal vez) cómplice decía que "hay que torcerles el cuello a las palabras" pero he aquí la necesidad de mas aún... la perfecta tiniebla que se forma a lo lejos me pide descogotarlas. Entonces prefiero desligarme de una situación explicativa (y de paso me convierto en espectador de sensaciones propias).
Todo (o nada. Pero para el caso "todo" sería un conjunto de extrañas sensaciones) comienza en un instante. Un momento en que la (¿)mente(?) siente una especie de síntoma poco (o muy, dependiendo de a quien nos referimos) particular. Tomo, aquí, "momento" como lo pide, exige, avala, ruega, obliga (valga aquello de "nobleza obliga", que está como para nombre de producto de índole dudosa) la Real Academia Española (academia que a su vez aceptó el concepto de "presidenta"... con lo cual imagino posibles los conceptos de "sargenta", "comandanta", "regenta", "estudianta"... ¿y seguirá "sulipanta magenta"?) pero, también (aunque es aceptado y mencionado por la "Academia", que no es el club. Pero es, a su vez, menos conocido por cuestiones de uso social) como "fuerza por distancia". Digamos, Cuando me pareció percibir sus pupilas tuve la extraña sensación de que algo importante había cambiado. No hacía falta acercarse demasiado; es más, era precisamente propicio no hacerlo, y en realidad no se muy bien por que razón, pero se muy bien que debía ser así, sino quien sabe, esa navaja gris me cortaría la voz y se volvería cuchillo al fin. Ese no es el punto de la discusión. El punto es otro, y es muy distante (hablando de distancias). El punto es que uno pareciera volverse alejado de todo en ese preciso "momento". Pareciera, justamente que una fuerza superior lo atraviesa desde una determinada distancia, se podría decir. Pero no discutimos el que ni el como; discutimos el porque y sus consecuencias, al menos por ahora. En definitiva, esto no podría ser otra cosa que... una discusión entre fantasmas.
viernes, 19 de marzo de 2010
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