lunes, 20 de septiembre de 2010

LA ULTIMA GOTA DE MIS OJOS

Un tal Lucas…

La ruta estaba cargadísima, lo cual no me pareció extraño pese a mi cansancio, pero debía ir a la ciudad de Tandil por cuestiones laborales, de todas maneras, Tandil es lo que menos me molestaba de todo ello, lo que sin dudas me molestaba era ese tránsito incesante. Pensé que al llegar a la RP30 el mismo iría descendiendo. Triste equivocación, en la ciudad de Las Flores el caos aún continuaba.

De acompañante al lado mío estaba un niño de unos 10 años que observaba como yo miraba por la ventanilla del ómnibus de larga distancia, apoyando mi mentón en mi mano izquierda, viendo la nada y pensando recurrentemente en el único tema que ocupaba mi cabeza. Rompiendo con la monotonidad del viaje, y con un tono temeroso, me preguntó: ¿En qué pensás?. Lo miré con cierta ternura y le respondí que pensaba en una persona especial.

-¿Cómo se lama esa persona especial?.

A decir verdad no tenía la más mínima ganas de comentarle a un niño sobre mi pensamiento recurrente, ni sobre mi persona especial, de todas maneras aquello podría servir de distracción de aquel tránsito diabólico que comenzaba a exasperarme. Así que de forma menos simpática le dije el nombre de mi persona especial.

-¿Vas a verla a Tandil?, preguntó suspicazmente.

-No, ella está en Buenos Aires, ni debe saber que estoy viajando a Tandil, respondí con total sinceridad, el tiempo demostraría que si lo sabía.

Aquel niño, se quedó pensando un buen rato en silencio, pensé que con eso, había dado por terminado el diálogo, así que volví a mi posición anterior y observé como el ómnibus entraba en la rotonda, abandonando así la RN3 y tomando por fin la RP30. La paz duró poco eso si.

-Soy bueno escuchando, si querés podés contarme que te pasa, dijo cortando repentinamente el silencio de aquel viaje.

-Estoy cansado de andar repitiendo que me pasa, la verdad que no gano nada contándote lo que me pasa o lo que pasa, además no solucionaré nada si lo hago. Respondí cortantemente.

Muy audazmente el niño comenzó a contarme su historia, sus amores y desamores, su situación, sus vivencias, sus perspectivas, su forma de sufrir el mundo y debo reconocer que me fue atrapando su relato, la sinceridad se volvió absoluta en aquel momento y generó un punto de inflexión y sin darme cuenta terminamos hablando de lo que me pasaba, de todo lo que pasó y de lo que puede estar por venir.

Con el correr de aquella noche y de los kilómetros, nos fuimos haciendo grandes amigos, y ese niño que yo veía, pasó a ser una persona distinta, una persona con la cual nos fuimos conociendo en muy poco tiempo, reconociendo aciertos y desaciertos, gustos en común y no, esa persona me hizo poesía casi sin conocerme, y por aquel hecho quedó pendiente siempre un homenaje.

Cuando llegamos a Tandil, bajamos del ómnibus y vaya uno a saber si es cosa del destino, pero para sumarle similitudes al cuento de Cortázar, el niño en cuestión se llama Lucas.

HAY ALGUIEN AHÍ AFUERA

No es que sea un egocéntrico de mierda. Podríamos ir sacando el "de mierda" pero en realidad, notarás, bajo tu impertinente inteligencia, señor@ lector@ lector@, que las palabras antecedidas a este párrafo no me pertenecen ya que corresponden a uno de esos Homenajeadores, que ya ha sido correspondidamente homenajeado, obviamente.
Este escrito, al que podríamos considerarle una ficción de lo real, debo ser altamente franco, me ha llevado a padecer (y no en el mal sentido) (¿cuales serán el malo y el bueno?) (falta el feo y hacemos un peliculón) más de una emoción, y se podría decir que lo sigue haciendo con cada relectura a la que me atrevo. No me resulta tan fácil transponer emociones espirituales de manera material (tal que la escritura) pero ya sabes que siempre se hace algún intento superfluo y sin sentido. Sabe mi amigo en lo personal RobertE, que siempre me quedó pendiente este ínfimo agradecimiento a las lúcidas palabras que en esta historia me supiera regalar. -Por vos, mi hermano, alzo mi copa y la vacío de un golpe seco en mi garganta, ya que no sobran los motivos... sabemos hacer, también que estos no nos falten; que el viento sople en tu espalda y el sol siempre dé en tu frente -.
Como es correspondiente considero menester agradecer a todos aquellos que por algún motivo u otro (por hache o por honga) se arriesgaron a entrar en esta columna y aumentado, o disminuido, su tedio vital mediante las pequeñas anécdotas o enfermedades de un solo momento que decido regalarles.
Estas ácidas palabras me huelen a despedida, y no me digan que me equivoco, ya soy yo quien lo decide.
Para ser mas explicito, he de ser más específico en la situación. La última publicación de esta columna, será muy pronto, y lo que va a contener solo va a ser el enlace a otro material. ¿Es esto una pelotudez? Si… pero a su vez no lo es. Es una pelotudez porque es cerrar un espacio para abrir otro, pero tengo un motivo para pensar que no es una pelotudez. Bien podemos notar, a través de un seguimiento de la página, ya no tiene sentido mantenerlo firme (claramente no hablo del choto), dado que a fines prácticos deja de ser útil, en el sentido lógico de que lo que “no perece” ya lo encontramos. Los hombres morimos, y mas de una vez, si lo pensamos… pero las ideas no mueren se mantienen firme a través de siglos y masacres, a pesar de que a veces las masacres cumplan sus fines, muy en el fondo, las ideas renacen… Lo que no perece… todo lo que, al fin, importa al cerrar los ojos para despegarnos. Gracias a todos por su tiempo, gracias a todos los que participaron, y bueno… nos veremos en otra forma concreta… tal vez dentro de una película en blanco y negro.

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